viernes, 20 de junio de 2014

Hospital Vilardebó



 
Si Dios llegara a visitar la casa
en un atardecer, si Dios viniera,
si yo pusiera en sus
manos totales la total
llave que nos abre el mundo turbio,
el mundo hundido de esta casa hundida
como un gran hoyo o como un monstruo ciego.
Adelante, Jesús. Veamos todo; no marchites el rostro,
el ojo blanco, la silbante
sangre, tu madera.
Aquí está Pedro que se ató las manos
con alambres de púa y de serpiente,
que inunda pabellones de fantasmas
y profiere alaridos, tu sufriente.
Adelante, Jesús. Aquí a la vieja que se lava las manos
el pellejo le cuelga de los dedos sarmentosos,
tiene sangre, suda sangre, sufre sangre;
vedla sangrar, falanges cavernícolas,
dedos rasgados de jabón, martirizados de agua,
tu sufriente.
Adelante, Jesús. Aquí el poeta que se estrangula solo,
que ruge, escupe, orina y cabecea,
y al fin como una bolsa que se pudre,
sus huesos sobre el suelo esparce al viento.
Todo está bien. Job en su piedra,
Job en su yugo. Job en su cadena.
La locura es el beso de los ángeles
que tienen de medusa las cabezas.

                                                     Saúl Pérez Gadea