jueves, 24 de diciembre de 2015
martes, 22 de diciembre de 2015
INSTANTES FRÁGILES - Diego Techeira
NOVEDAD
Resulta difícil aproximarse
a la poesía fuera del territorio mismo de la creación. La experiencia poética
está íntimamente ligada a una intuición inmediata de lo real, de modo que quien
expresa, la expresión y lo expresado conforman una unidad. Cualquier tipo de
definición (de objetivación: de dicotomía entre objeto y sujeto: de subjetivación)
resulta entonces imprecisa. Cualquier sistema, inútil para entender la
creación. Nada tiene ésta que ver con una construcción intelectual, nada con la
noción de estructura. Su génesis se vincula a lo cordial y no a lo cortical.
Existen, sin embargo,
ciertos reflejos que actúan sobre la conciencia. Es la intuición que nos
permite advertir ese instante frágil que deviene permanencia, proyección sobre
el cuerpo del tiempo, suspensión de cualquier noción de límite (aplazamiento de
todo límite y supresión de toda noción). Entonces se establece un origen. Se
origina una especie de comunión. La expresión inaugura una forma, no meramente
verbal, no mera representación. Se trata fundamentalmente de una presencia, que irrumpe con mayor
potencia cuanto más se integra a nuestra cotidianidad.
En cada poema siento que se
ha engendrado una forma ajena a mí pero que me concierne íntimamente. Porque
nada existe en el universo posible que no me concierna. Siquiera lo imposible.
Diego
Techeira
lunes, 16 de noviembre de 2015
LOBO ATADO - Luis Marcelo Pérez
La presentación contó con la presencia del nuestro editor, Diego Techeira, y del poeta mexicano Roberto Arizmendi. Nicolás Klisich fue el músico invitado.
jueves, 1 de octubre de 2015
Una lectura de “Mis extraños universos” - Diego Techeira
La imagen del nautilo resulta significativamente apropiada para presentar este poemario.
Es que una lectura atenta del mismo,
que descorra el velo de una superficie discursiva metalingüística (en que
parece que la palabra y la poesía son los temas principales), permite
vislumbrar una apuesta más humana, una ansiedad encarnada, un conflicto alejado
de cualquier abstracción, que echa raíces en lo temporal; específicamente, en
el presente.
Un presente que desorienta, extravía
las brújulas, se impone como un laberinto, un territorio ajeno que parece
enajenar la propia existencia.
Ante esta desolación de “transeúntes
sin destino” en que se ha transformado el mundo a causa del “imperativo
categórico” de la posmodernidad, en esta abrumadora densidad de mensajes
vacíos, de egos fanáticos, de autoexposición sin pudor y sin sentido, quien
apuesta por el ser y no por el hacer o por el parecer, se ve confinado a la soledad, y debe necesariamente
refugiarse en su intimidad. De ahí que la imagen del nautilo sea tan
significativa.
Me importa destacar en este poemario
un contenido político no explícito: la desolación que lo recorre como una
médula arraiga en un presente despojado de ilusiones. La soledad aquí no es
física (o no solamente), sino ideológica; no es existencialista: es secular:
histórica.
Resulta de los abandonos (“las
desilusiones, las traiciones, sueños rotos”) de una vida concebida como
proyecto en común que se descubre de pronto desairada por quienes decidieron
abandonar la ruta en el “camino a Itaca”.
No puedo dejar de relacionar esta
imagen con la de la canción “Historia de la silla”, de Silvio Rodríguez. Estoy
convencido de que este artista es un referente importante para nuestra autora.
La que traigo aquí a relación es de las canciones que menos me interesan en su
autor, pues se construye a partir de una metáfora demasiado obvia, de poco
vuelo, con un mensaje demasiado directo en un autor acostumbrado a plantear en
sus textos analogías más desafiantes.
Sin embargo, me resulta en este caso
interesante unificar las propuestas de nuestra poeta con la del autor cubano
cuando canta: “siempre vale la agonía de la prisa/ aunque se llene de sillas la
verdad”, pero advierte que “el que tenga buen camino tendrá sillas /
peligrosas, que lo inviten a parar”.
María del Carmen Borda parece hablar
de esas tentaciones cuando enumera: “soledades, la sed, el cansancio, los
dolores, las desilusiones, las traiciones…”.
Antes tales abandonos, ella prefiere
recordar de dónde viene, el camino que se ha trazado con la marcha, no olvidar
que tantos sacrificios del pasado sólo tienen sentido si se los entiende a
cuenta de la construcción de un destino diferente al que impone el “status
quo”, que los abusos e injusticias continúan desangrando al mundo y mientras
esta realidad continúe, Itaca sigue siendo el destino a alcanzar. Itaca,
Passargada, Sansueña… las capitales de una realidad alternativa.
Y mientras el presente se empeñe en
construirse mediáticamente como una simulación, una orquesta pantomímica de
egos que hacen gestos ante su propio reflejo en el espejo, la intimidad
solitaria servirá al verdadero poeta de refugio. Allí entrará en contacto con
la palabra que lo salve, y la tenderá como una mano fraterna para no salvarse solo.
viernes, 22 de mayo de 2015
SAÚL PÉREZ GADEA: La línea maldita - por Gabriel Peveroni
El
volumen El ojo de la
tempestad,
compilado y prologado por el poeta Diego Techeira, reúne buena parte
de la obra -édita y también inédita- del autor olimareño Saúl
Pérez Gadea. La reedición recupera el torrencial poema
"Homo-Ciudad", escrito en una febril noche del año 1950 y
uno de los secretos mejor guardados de la poesía urbana uruguaya.
(Publicado originalmente en "Caras y Caretas")
jueves, 16 de abril de 2015
HÉCTOR ROSALES comenta la obra de PÉREZ GADEA
Diego:
Anoche retomé y terminé el libro sobre Pérez Gadea, confirmando lo que hemos venido comentando acerca del poeta.
Quizás ya te cité en algún mail la conocida frase del profe Guido Castillo (la más exigente, honesta y descarnada con relación a quienes frecuentan la poesía): “Poetas verdaderos son muy pocos, y lo son en muy pocos versos”.Saúl P. Gadea tiene unos cuantos, más que suficientes versos para certificarle a Castillo y a cualquiera su condición de poeta.
El buen trabajo en esta necesaria edición deja un testimonio muy interesante para aquel lector uruguayo y extranjero que desee conocer una poesía de nuestro tiempo. Allí encontrará más que a un autor marginal y marginado, a un poeta comprometido consigo mismo, con su voz y sus circunstancias, con su independencia y su honda urgencia expresiva. Él sabía lo que significaba vivir y escribir así, y se la jugó honrada y valientemente hasta las últimas circunstancias.
Un ejemplo muy poco seguido en cualquier época y lugar, máxime en la actualidad, donde la frivolidad, mediocridad y asociados danzan en torno a la pura superficie, con esa vana música de espejitos, palmaditas, colorines y electrónica por doquier.
Hay altibajos, sí, detalles que debió cuidar P. Gadea en el desarrollo de su poética, pero hay sangre debajo de las letras, distintos matices e intensidades de la emoción (motor de fondo de todo arte) y una apuesta de trascendencia en la comunicación con el lector. Escribir desde el centro y las esquinas del ahora, desde el peso de la consciencia y la fugacidad, pasándole, pues, tales apuntes al prójimo, intentando en ese esfuerzo una postrera salvación conjunta. Creo que nuestro compatriota lo consiguió y que sus textos, más allá de todos los contravientos, tendrán un mañana más propicio.
miércoles, 21 de enero de 2015
DE CIRCE MAIA A DIEGO TECHEIRA: Sobre "Los mitos del movimiento"
Diego, te quiero comentar la impresión que me causó tu
libro, "Los mitos del movimiento": Pienso que no hay nada más difícil
que encontrar un nuevo enfoque del erotismo. La experiencia humana que
tiene que ver con el amor es tan compleja que el poeta, al trasmitirla, siempre se apoya en un
componente y deja en sombra otros. El romanticismo -el polo opuesto de
tu poesía- se apoya tanto sobre sentimientos y emociones que hace
tiempo que ya no nos resulta vivo. En tu caso,
todo lo corporal salta al primer plano, y aparece como un proceso
llevado a las palabras con absoluta desnudez y fuerza. El libro forma
una unidad total con los excelentes dibujos de Pilar González. Te
felicito, los felicito a ambos.
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