La forma poética del haikú, por detrás de su simplicidad, tiene una fuerza de revelación de la realidad, de "satori verbal", de instante que queda eternizado por la expresión, acontecer que trasciende su aspecto circunstancial por medio de las palabras, y trasciende las palabras a través del quiebre de la linealidad temporal, al suspender la condición transitoria del instante.
HOTARU se integra a la tradición poética del Japón como un destacado exponente del haikú. El pensamiento zen se configura en su obra haciendo de la naturaleza la presencia única (en el sentido de unidad, de totalidad no parcializada), y haciendo de la respiración el ritmo, de la fragilidad el pilar que sostiene a la expresión y de la fugacidad su permanencia.