sábado, 9 de julio de 2016

PALABRA ESTRAFALAR



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Traspié: es el vocablo que mejor define esta obra. No sólo a ella en sí misma sino, además, a la relación del lector con este conjunto de textos.

Traspié, porque la palabra parece aquí un acto fallido, la irrupción de una laguna que por un momento nos dejara la mente en blanco: la laguna en esta ocasión está construida de palabras y el que queda en blanco no es el discurso sino el silencio: el blanco es este balbuceo que se apresura a ubicar lo cotidiano en otra dimensión, en la que vemos cada uno de nuestros actos de pronto como cayéndosenos de entre las manos. (...)

No es difícill, entonces, relacionar esta obra con Lautréamont, pero además con Marcel Duchamp, para quien la palabra era material plástico también: algunas de sus obras, caracterizadas precisamente por la descontextualización y la correspondiente sorpresa provocada ante una escena que subvierte nuestros hábitos mentales, se sostienen en un juego de palabras: un cambio de signos y el objeto pasa a ser otro, y, por lo tanto, otra nuestra relación con él.  (...)

Extrañamiento del lenguaje: no sólo se coloca sobre las cosas como etiquetas equivocadas: también se transforma en protagonista: pareciera que el lenguaje es en este caso un traductor mentiroso, que hiciera decir antes de ser dicho. Es donde la relación que tenemos con el código se nos evidencia falta de libertad. (...) Entonces se desvanecen todas las referencias. El extrañamiento, esta vez del mundo, nos sumerge en un estado que podemos asociar fácilmente al onírico: el mundo no encaja en el lenguaje porque éste es una construcción intelectual que fija, codifica, cataloga, define, estigmatiza conceptualmente: es la poesía la que nos permite, finalmente, relacionarnos con él. (...)



Diego Techeira