Diego:
Anoche retomé y terminé el libro sobre Pérez Gadea, confirmando lo que hemos venido comentando acerca del poeta.
Quizás ya te cité en algún mail la conocida frase del profe Guido Castillo (la más exigente, honesta y descarnada con relación a quienes frecuentan la poesía): “Poetas verdaderos son muy pocos, y lo son en muy pocos versos”.Saúl P. Gadea tiene unos cuantos, más que suficientes versos para certificarle a Castillo y a cualquiera su condición de poeta.
El buen trabajo en esta necesaria edición deja un testimonio muy interesante para aquel lector uruguayo y extranjero que desee conocer una poesía de nuestro tiempo. Allí encontrará más que a un autor marginal y marginado, a un poeta comprometido consigo mismo, con su voz y sus circunstancias, con su independencia y su honda urgencia expresiva. Él sabía lo que significaba vivir y escribir así, y se la jugó honrada y valientemente hasta las últimas circunstancias.
Un ejemplo muy poco seguido en cualquier época y lugar, máxime en la actualidad, donde la frivolidad, mediocridad y asociados danzan en torno a la pura superficie, con esa vana música de espejitos, palmaditas, colorines y electrónica por doquier.
Hay altibajos, sí, detalles que debió cuidar P. Gadea en el desarrollo de su poética, pero hay sangre debajo de las letras, distintos matices e intensidades de la emoción (motor de fondo de todo arte) y una apuesta de trascendencia en la comunicación con el lector. Escribir desde el centro y las esquinas del ahora, desde el peso de la consciencia y la fugacidad, pasándole, pues, tales apuntes al prójimo, intentando en ese esfuerzo una postrera salvación conjunta. Creo que nuestro compatriota lo consiguió y que sus textos, más allá de todos los contravientos, tendrán un mañana más propicio.